Cuando hablamos de la zona de confort nos referimos a ese terreno de nuestra vida en el que nos sentimos a gusto, tranquilos, cómodos, dominantes. Por ejemplo, esto ocurre cuando llevamos mucho tiempo en el mismo trabajo, al final, sentimos que todo lo controlamos, que nada se nos puede escapar y estamos muy tranquilos con nuestro día a día. Pero, igual que ocurre en el trabajo, la zona de confort también puede englobar otros aspectos de nuestra vida como, por ejemplo, la vida en pareja, la ciudad en la que vivimos, nuestro grupo de amigos, etcétera.
Esta zona de confort va haciéndose cada vez más atrapante debido a que, con el paso de los años, da más pereza investigar algo nuevo, ponerse en riesgo de fracasar y de tener que empezar de nuevo. Por tanto, la zona de confort es algo de lo que tenemos que escapar, tenemos que evitar caer en sus redes para, así, ser siempre nosotros los dueños de nuestra vida.
Tal y como apunta el dicho “Mejor malo conocido que bueno por conocer” y esto es lo que, a la larga, ocurre cuando estamos mucho tiempo en la zona de confort: estamos cómodos, tranquilos y seguros así que ¿para qué cambiar?
Salir de la zona de confort en el trabajo para crecer profesionalmente
Nuestra zona de confort puede convertirse en una trampa, a la larga. Puede hacer que no nos atrevamos a probar cosas nuevas, a investigar acerca de nuestras posibilidades o a seguir creciendo en otros ámbitos nuevos que se escapan de nuestra experiencia.
Por tanto, la zona de confort nos puede frenar, nos puede dejar estáticos e impedir nuestra evolución natural por temas arraigados al miedo, a la inseguridad o a la incertidumbre. En el ámbito laboral esto puede ser un gran problema porque puede provocar que no sigamos creciendo, que nos conformemos con lo que ya tenemos y que no sigamos investigando acerca de nuestras aptitudes y posibilidades profesionales.
Así pues, te recomiendo que evites quedarte en la zona de confort, que estés siempre dispuesto/a a probar cosas nuevas, a seguir aprendiendo y creciendo aunque eso te suponga un esfuerzo extra. Créeme: vale la pena.
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