Trataba de tapar el dolor, recluyéndome en una rutina que me sumía en una apatía vital insoportable y que intentaba compensar practicando salto base, el deporte extremo más peligroso del mundo.
Todo por ese subidón de adrenalina que me permitiera sentirme viva, aunque fuera durante unos segundos.
Y, un día, saltando en paracaídas desde el Peñón de Ifach, sufrí un grave accidente que cambió mi manera de ver las cosas por completo.
Una década después, atesoro cientos de horas como coach certificada, vlogger y todo lo que has leído arriba, ayudando a mujeres como tú a conseguir verdaderos cambios, poderosos y permanentes sin necesidad de vivir esa “experiencia trascendental que lo cambia todo” y que, para la mayor parte de las personas, no sucede nunca.
Y, la verdad, también quiero ser una inspiración y un ejemplo para mis hijas Randa y Sirah. Para que se enfrenten al mundo felices, orgullosas y seguras de sí mismas.