Dale al PLAY 🙂
Por Alicia:
La inesperada muerte de nuestra hija Olivia, con apenas tres días de vida, nos dejó suspendidos en el vacío, sin tierra alguna bajo nuestros pies. Un embarazo de curso perfecto, tan deseado y cuidado, con un buen seguimiento médico, no podía tener ese final horrible. Nos encontramos cara a cara con la muerte en el preciso momento en que esperábamos la vida en su fase más pura, prístina. Nadie está preparado para ese encuentro lúgubre, siempre preterido. La sociedad occidental moderna vive de espaldas a la muerte, que sin embargo, sigue siendo un hecho natural e ineluctable. Cuando ésta aparece, especialmente si es prematura e injustificada a nuestros ojos, el golpe es indescriptible. Nuestra avanzada sociedad tecnológica se niega a aceptar que la medicina no es un dios infalible y milagroso, siempre capaz de protegernos. De pronto la muerte deja de ser una estadística, una cifra; es tu vida, está ocurriendo aquí y ahora. Descubres que eres vulnerable a las desgracias.
Atravesamos un dolor inefable, mientras experimentábamos todas las emociones negativas posibles: la culpa, la ira, la desconfianza, el rencor, el miedo, la tristeza, la desesperanza, etc. Una etapa oscura de una intensidad brutal, en la que fuimos iniciando el, bien llamado, trabajo de duelo, pues es una tarea de proporciones inimaginables. Hubiera sido muy fácil acostumbrarse a la hiel reconfortante del resentimiento, tan justificada; perpetuarnos en el papel de víctimas, odiar la vida por habernos arrebatado lo que más queríamos, y quedarnos anclados en el sufrimiento, dándole la espalda al mundo.
Pero Olivia nos dio el mejor ejemplo posible de valentía y amor por la vida. Nosotros, sus padres, no podíamos desperdiciar un bien tan preciado por el que ella tanto luchó. Nuestra hija no puede vivir físicamente en este mundo, así que nuestra existencia ha de ser el mejor homenaje a ella. Ese deseo de que su muerte no fuese en vano, de que sirviese al menos para hacernos mejores personas, fue el punto de partida de una transformación profundísima que aún sigue guiando nuestras vidas.
La muerte demuestra que somos muy pequeños, no somos nada ante ella. La muerte te da una lección magistral de humildad. Pero también nos enseña que somos muy grandes. Sólo que no cómo nosotros creíamos. Hay que quitarse de encima lo que sobra. (No es grande el orgullo, ni el dinero, ni la posición, ni la apariencia, ni estar cargados de razón, ni nada de lo que nos hemos empeñado en construir a lo largo de la vida para ser exitosos ante los ojos de la sociedad o de nosotros mismos).
Somos algo mejor, algo que está más profundo y no sabemos ver, supongo que es nuestra verdadera esencia, dispuesta a aflorar en situaciones límite, como lo fue el acompañar a nuestra hija durante su paso “al otro lado”. Sentí que mis pensamientos prácticamente se detuvieron, dejé de tener dudas, lo que conocía como mi carácter o forma de ser se evaporó, y algo mucho más poderoso tomó el control de mi ser. Actué sin miedo (el miedo siempre es pensamiento), de una forma segura y natural, que a mi marido le causó una honda impresión. Y a partir de ese momento en que “vi” con claridad, he querido voluntariamente desapegarme de lo pequeño, de todo lo que, en realidad, no tiene ninguna importancia. Caminar ligera en este viaje, sin alforjas, para poder disfrutar del camino.
Lo grande es el amor. Es la única arma que tenemos ante la muerte.
El amor, en su concepto más amplio, nos impulsa a vivir, ilumina la senda y clarifica nuestras prioridades. Enciende el deseo de trabajar, incansablemente, para aprender quiénes somos realmente y dónde reside nuestra fortaleza emocional, porque no es “el tiempo el que todo lo cura” sino que es lo que hagamos con ese tiempo lo que nos permitirá salir fortalecidos del duelo o todo lo contrario. En mi caso, he querido hacer un trabajo emocional consciente y dedicado, para renacer y volver a ser madre con algo más de sabiduría y paz, para recibir a Violeta (nuestro segundo bebé) con toda la alegría del mundo.
Después de las enseñanzas e inspiración de nuestras pequeñas grandes maestras (Oli y Viole), apenas quedan trazas de nuestra antigua forma de pensar. Aunque parezca paradójico, tenemos más capacidad para ser felices ahora. Toda esa antigua furia, banal, fruto de la inmadurez, qué lejana queda. Estamos más agradecidos a la vida hoy. No es “a pesar de la muerte física de nuestra primera hija”, sino precisamente por conocer hondamente el dolor a través de ella, que valoramos cada minuto de paz y de gracia, disfrutamos cada minúsculo destello de belleza, cada risa, cada abrazo. Olivia vive en nosotros de esa manera, como una pequeña y poética, si bien poderosa y tenaz, presencia benefactora que ilumina nuestra experiencia moral y existencial.
Cuando te haces consciente de que puedes perder en un segundo a quién más amas, o tu propia vida, sólo queda espacio en tu corazón para el amor a todo cuanto te rodea que valga la pena (un amor inagotable y distributivo, que no se divide sino que se replica todo él en cada ser amado); para el humor que nos aleja de la seriedad impostada;
En definitiva, para el goce auténtico y sereno de estar vivos.
Si quieres, puedes seguir leyendo a Alicia en su blog El Planeta De Olivia Y Violeta.
La verdad es que no sé que decir… se me han saltado las lágrimas…
No suelo comentar pero no puedo no daros las gracias a ti Alicia por compartir tu historia y mostrar tu esperanza y tu visión de la vida tras un momento tan tan duro y a ti Hana por ser así, por transmitir tanto y hacerme pensar. Besos a las dos.
Gracias a ti Marien, me ha alegrado verte por aquí 🙂
Solo y en muy pocas palabras:gracias por la lección desde mi comprensión,respeto y afecto.
Eduardo
Un abrazo de vuelta Eduardo!
Madre mía
Muy emocionante.
Gracias por el vídeo Hana. Ha sido muy difícil para tí pero muchas gracias.
Un beso enorme.
Hola Nuria!! Cuanto tiempo! ¿Qué tal estás? ¿Y Jana? 🙂 Besos para vosotras, preciosas!
Muy bonito. Siempre he dicho que me llevo mejor con las personas que han sufrido algún tipo de desgracia, y es que muchas veces el pasar por momentos muy difíciles nos transforma, nos vuelve más empáticos y transigentes con las luchas ajenas, más tranquilos, calmados, valientes. Mejores personas, sin duda. No es bueno sufrir, pero sí que es positivo haber sufrido por todo lo que se aprende. Ojalá hubiera otra manera, por eso.
Hola Rosana, creo que cuando hablas de que te conviertes en alguien más calmado, más tranquilo, das en el clavo. Porque las desgracias tienen el poder de otorgarnos la capacidad de relativizar, y darle importancia a lo que tiene importancia. Ojalá hubiera otra manera…pero ya no sería lo mismo. Un abrazo querida estrella!!
Hana, que grande eres, tienes la sencillez y la ternura que los grandes sólo tienen. Siendo padre, y queriendo a mi hijo como lo quiero se y comprendo que jamás podrá llegar a el amor de una madre que engendra a su hijo dentro de ella misma. Tus lágrimas son manantiales de esperanza en el ser humano, que tanto nos decepcionan.
Ufff, me has puesto los pelos de punta Marcos!!! Muchísimas gracias….de verdad…
Madre mia Hana! Que historia tan increible! No he parado de llorar. Gracias por compartirla!!!
Gracias a ti Laura <3 -eso es un corazón 😉 -
Hola guapetona, Precioso video !
La resiliencia nos alivia y nos ayuda a superar el sufrimiento.
Un evento así de injusto en la vida de una persona le pone (por narices) cara a cara con el sufrimiento.
Te mando un fuerte abrazo
Chris
Gracias por pasarte por aquí Christine!! Te mando un abrazo de vuelta, sigo acordándome de ti cada vez que escucho la palabra: eneagrama 🙂
Gracias gracias y gracias por compartirlo, increíble historia, nunca la olvidaré.
Gracias a ti Elisa 🙂
Hana, estoy muy emocionada, conmovida y agradecida. No tengo palabras, pero no quería por lo menos dejar de agradecértelo, aunque sea tan brevemente porque ahora mismo no puedo decir más. Eres muy generosa, empática y valiente. Es un tema delicado, se sufre al tratar de él, no es fácil abordarlo. Siento tus lágrimas. Es importante que estas pérdidas no queden silenciadas, que ningún padre se sienta solo o incomprendido, pero sobre todo es importante mostrar que el ser humano tiene una enorme capacidad de resiliencia, sólo hay que abrir el corazón y estar dispuesto a aprender para avanzar.
Un enorme abrazo
Gracias por compartirlo Alicia, gracias por romper el silencio. Un abrazo de madre en duelo a madre en duelo ❤️
Es importante demostrar que el ser humano tiene una enorme capacidad de resiliencia. Efectivamente querida Alicia, y tú eres un gran ejemplo de ello 🙂
Con una hija que acaba de cumplir cuatro meses y un miedo escondidito y machacón a perderla, esto ha llegado en el momento exacto en el que lo estaba trabajando.
Casi no abro el vídeo porque me estaba concentrando en otra cosa y no quería distracciones, pero lo he hecho. Una vez más compruebo que todo sucede por algún motivo.
Gracias y besos.
Gracias a ti por tu valentía Silvia..me imagino que no habrá sido nada fácil leer la historia de Alicia y Olivia o ver el video, pero me alegro de que te hayas llevado algo positivo…siempre lo hay y Alicia es una muestra de ello 🙂
Gracias Alicia, gracias Hana…
Me he emocionado. Mi hija Mei murió en el sexto mes de embarazo y es la experiencia mas dura y más profunda que he vivido jamás. Ya no soy la misma. Soy mejor, indudablemente. Gracias por expresarlo tan bien y gracias a Alicia por compartir la historia de Olivia. Un abrazo fuerte. ❤️
Gracias a ti Carolina, gracias por compartir tu experiencia y reafirmar el mensaje de que las tragedias tienen el poder de eliminar lo superfluo y sacar lo mejor que uno lleva dentro. Un abrazo fortísimo de vuelta
Excelente! Muchas gracias por compartir este mensaje tan lindo y que seguramente llegará a muchos corazones que lo necesitan. Hace un tiempo, tampoco entendía cómo podían llegar a suceder este tipo de cosas tan duras y tristes, pero he ido aprendiendo, y ahora entiendo que todo es perfecto y tiene una razón de ser. Por eso quiero agregar que estos pequeños no se fueron antes de tiempo, aunque a nuestros ojos sea así, ellos vinieron a cumplir su misión y lo hicieron, una enseñanza de amor, de valentía, de crecimiento, de perdón, de unión familiar, y muchas cosas mas, y eso lo podemos ver en las hermosas palabras de Alicia, claramente Olivia vino a hacer algo hermoso, a cambiar vidas, es maestra y angel, y sus padres lo han entendido. Es cierto que en las experiencias dolorosas todo parece injusto e incomprensible, pero con el tiempo descubrimos el regalo divino que venía oculto tras ello.
Tienes toda la razón Dayana…pero hasta llegar a ese punto de comprensión última, es necesario atravesar muchos valles y muchos picos, es una travesía larga y difícil.. Pero te leo y me siento totalmente conectada con tus palabras y con tu mensaje. Me ha gustado mucho la idea de que los bebés que se van son maestros y ángeles, muchas gracias por compartirla <3
Desde mi humildad…
Tú también eres una heroína. Sí, por tener el valor de filmarte y demostrarnos el alma tan bonita que tienes al empatizar con seres llenos de luz.
Solo se me ocurre decirte que, la vida es una experiencia para aprender a morir y que no todos estamos facultados para hacerlo en tan corto espacio de tiempo.
La muerte puede ser un verdadero festival de luz, si aceptamos el cambio de chasis que nos lleve a otras experiencias en el más allá…
Somos insignificantes, pero también podemos acercarnos a la grandeza, si tenemos la suerte de despertar ante personas como tú.
Gracias, siempre…
La vida es una experiencia para aprender a morir. Llevo desde el viernes con este mensaje retumbando en mi cabeza…y creo que necesito ponerme a escribir sobre todas las ideas que han surgido. Ya te contaré.
Gracias por todo, amigo.
Gracias por hablar. Gracias por visibilizar.
Conozco de primera mano las historias de Olivia y Mei. Mi hija Maia vivió tan solo unas horas, nació en la semana 31 para irse, y reunirse con su hermana estrellita que había volado casi un año antes en la semana 12. Yo también soy una mamá en duelo, y estoy de acuerdo en que una experiencia tan brutal te transforma, es un dolor intenso, profundo que, con el tiempo, va dando paso a la luz y al amor. Nuestros hijos estelares nos enseñan tremendas lecciones de vida.
Un abrazo, Hana, Alicia, Carol y a todas las mamás y papás de estrellas, y a todos los bebés que juegan en las nubes.
Cuando he visualizado a los bebés jugando en las nubes me ha invadido una sensación de paz increíble…de serenidad y aceptación. Gracias Esther por el regalo 🙂
Me he quedado sin palabras.
Situación que nadie puede ni siquiera pensar, si no ha pasado por ella. Sólo puedo enviar todo el amor que tengo.
Gracias Hana, por compartir la historia de Olivia (y de sus padres).
Yo como padre de tres hijos, no puedo ni imaginarme lo que tiene que ser pasar por algo así.
Tienes un corazón enorme. No cambies nunca, y sigue con tu labor en este blog. Haces mucho bien a mucha gente.
Un beso,
Andrés