Ser más feliz día a día es algo que depende única y exclusivamente de ti. Nosotros somos los dueños de nuestra vida y, también, de nuestras emociones, podemos controlar cómo nos afectan las cosas y la importancia que queremos darle en nuestro día a día. Para lograr todo esto es importante que sepamos usar la inteligencia emocional, ser nosotros los que mandamos en nuestros sentimientos y que no lo sean ellos porque, en el fondo, somos nosotros quienes tenemos el control, por mucho que en ocasiones parezca lo contrario.
Pero ¿cómo usar la inteligencia emocional para ser más feliz? Para lograrlo, solo hará falta que sigamos una serie de prácticas y consejos que nos ayudarán a mejorar nuestro día a día y a sentirnos, poco a poco, más felices, optimistas y con las emociones equilibradas.
Practica el optimismo día a día
La felicidad no es una meta, es un camino que construyes a lo largo de tu vida. Por tanto, cada día es importante, cada día es especial, cada día puede ser un buen momento para ser feliz. Grábate esto en la mente y, así, podrás practicar el optimismo, saber que hoy es igual de especial que el mañana y que, por tanto, tenemos que estar 100% alerta, alegres y abiertos a que nos pasen cosas buenas. Tu actitud lo es todo así que ¡arriba esa sonrisa!
Dedica tiempo para ti
Como te acabo de decir, cada día es especial, importante, ÚNICO. Así que deja de aplazar esos momentos para estar contigo mismo, ese ratito de lectura, de música, de yoga o de relajación. Es importante que intentes sacar, al menos, media hora al día para ti y hacer lo que te apetezca: dar un paseo, ir al gimnasio, darte un baño de espuma, etcétera. Por muy difícil que parezca, lo cierto es que ¡no lo es tanto! Cuida de ti a diario y, así, conseguirás ser más feliz.
Busca la felicidad en los detalles más simples
Para poder ser más feliz debemos dejar de buscar ese concepto de «felicidad» idealizada y ser conscientes de que se puede ser feliz cada día con cosas cotidianas y sencillas. Por ejemplo, llegar a casa y darle un beso a tu pareja, abrir una botella de vino y charlar media horita mientras hacéis la cena puede ser un momento perfecto, repleto de felicidad. Lo mismo puede ser ir al gimnasio, cenar ese plato que tanto te gusta, darte un capricho y comprarte unos zapatos o una prenda de vestir… Cada día tiene su momento mágico, único, de bienestar, así que siéntelo, vívelo y siéntete dichoso/a por estar vivo.
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